Thursday 7 October 2010

¿Por qué no?

Paco estaba hasta las narices de correr de un lado para otro. En cuanto terminara el papeleo de su último caso iba a tomarse al menos un par de horas libres. Fue entonces cuando sonó el teléfono. Al parecer alguien había decidido por él que eso no sería posible. Maldiciendo, se levantó de la silla, estiró la mano hasta el gancho del viejo perchero, agarró su abrigo y salió apurado de la oficina.

Roberto regresaba en el jet privado de la compañía de de su último congreso. Agotado después de dos largos días, se sentó, e intentó relajarse. Cada vez le costaba más aquel trabajo para el que todo el mundo decía que había nacido. Todo le parecía superficial. Las sonrisas, los apretones de manos, las frases amables y hasta los acuerdos. Fue entonces cuando deseó estar en casa y el pensamiento, que venia atormentándole desde hacía un tiempo, volvió a colarse en su cabeza. ¿Qué casa? El único lugar que podía considerar como tal aparecía desdibujado entre los recuerdos de su infancia. Hoy tenía varias propiedades en varios países, viajaba constantemente y era un exitoso hombre de negocios y a pesar de todo se sentía vacío.

Cuando Paco llegó al lugar del suceso, lo primero que llamó su atención fue la nota bajo la copa de champán aún burbujeante. Un par de palabras garabateadas sobre un fondo blanco, eso era todo. Posiblemente había sido muerte natural, tal vez un infarto, pero aún quedaba un largo camino antes de que todas las pruebas así lo demostrasen. Mientras leía aquel extraño “¿Por qué no?” sólo podía pensar en lo mucho que le hubiera gustado haberse tomado, aunque fuera, una hora libre.

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