Friday 14 May 2010

SU MOMENTO.

Una lágrima recorrió su mejilla, mientras la veía avanzar hacia él. La esperaba ansioso. Estaba preciosa. Su madre, junto a él, parecía orgullosa y feliz.

Alberto recordó por un momento el día que le había pedido a Luisa que se casara con él. Fue una fría tarde de invierno, mientras veían una película de las que a ella le gustaban. Terminaron saltando en el sofá, revolcándose por el suelo, riendo y gritando, rodeados de cáscaras de pipas y palomitas que se habían esparcido por todo el salón, mientras él le ponía el anillo en su diminuto dedo. Un buen pensamiento que dibujó una sonrisa en su rostro.

Luisa, huérfana de padre, no había tenido tiempo de encontrar su príncipe azul.
Alberto, apuesto y simpático, no recordaba cuando había renunciado a tener novia. Pero todo cambió cuando se conocieron en la residencia en la que ambos estaban ingresados temporalmente.

Ella había estudiado para abogada. Al menos lo intentó, pero la anorexia entró en su vida durante el último año de carrera y el destino le regaló un trastorno de personalidad extrema. Alberto quería ser profesor de gimnasia. Hasta que una pastillita, una fatídica noche de parranda con amigos, le ató para siempre a una esquizofrenia.

Nadie apostaba por ellos. Todo el mundo pretendía saber qué tenían que hacer y cómo debían vivir su vida, todos intentaban convencerles de que era un error, pero ellos si apostaron por su historia. Locos ellos, se propusieron ser felices.
No era un camino fácil, pero al menos era el que ambos habían elegido.

Cuando Luisa llegó frente a él, y se agarraron de las manos, su amor llenó la iglesia y sus familias fueron testigos del inicio de su nueva vida.

No comments:

Post a Comment