Saturday 15 May 2010

LA TENTACIÓN

Llegó temprano al evento, le había buscado durante tanto tiempo que le parecía mentira que la vida le diese aquella oportunidad.

Mar no pretendía siquiera hablar con él, tan sólo quería mirarle a los ojos, sonreír y marcharse, dejarle saber que le había descubierto.

Contaba con la ventaja de que él si tenía imágenes de ella, pero para ayudarle en caso de que el tiempo las hubiera borrado de su memoria, vestía una mini falda negra y aquella blusa blanca que convertía su escote en un canalillo infernal. Si no era capaz de recordarla por su cara, estaba segura de que sus pechos si lograrían que él la identificara sin lugar a dudas.

Sintió su presencia en la sala a pesar de estar llena de gente en cuanto entró, aguardó a tenerle lo suficientemente cerca y entonces se giró, le miró a los ojos, sonrió y justo cuando él supo quien era ella, se marchó.

Satisfecha se dirigió a la estación y tomó el primer autobús con dirección a Madrid, volvería a casa y terminaría de enterrar todas aquellas locuras.

Tomó asiento en la última fila del autobús, le encantaba porque era donde tenía que compartir espacio con el menor número de personas, casi siempre nadie, ya que la última fila poca gente la quería.

Seguramente por eso no se molestó en levantar los ojos del libro que ávidamente leía para mirar a la persona que se sentó a su lado. Se sintió incómoda, excitada y por alguna extraña razón no quería ni moverse. Estaba perdida en sus pensamientos cuando escuchó:

-Princesa, siempre dije que eras una gran detective.

No necesitaba mirar, a pesar de no haber escuchado jamás su voz, sus palabras le confirmaron que él la había seguido y que ahora estaba allí, a su lado. Cerró los ojos y por un momento se dejó llevar por todas las fantasías y sueños que ambos habían interpretado durante tanto tiempo en su cabeza. No podía ser cierto.

Pero lo era, sintió su mano recorrer sus piernas, sintió el deseo en su respiración y sin saber de donde sacó fuerzas para mirarle a los ojos y encontrarse con su mirada burlona, provocadora y aquella sonrisa diabólica que había sido su mayor tentación en tantos y tantos sueños húmedos.

-Uhmmmm estás empapada…
Susurró el, mientras Mar sentía sus dedos entre sus piernas.
-Eres un jodido capullo.
Acertó a escupirle al tiempo que sin poder evitarlo sentía como él la levantaba de su asiento.

Lo que a continuación sucedió se hizo eterno, aunque fueron apenas instantes, los pocos que él necesitó para liberarse medianamente de sus pantalones y dejar al descubierto las ganas que tenía de ella. Sus fuertes manos guiaron sus caderas hasta que quedó sentada sobre él, mirando al frente y completamente entregada.
Las ansias de ambos se unieron, sus ritmos agitados se hicieron uno y cuando él estalló en su interior ella sintió oleadas ardientes de placer que desataron sus mares internos regalándola un orgasmo inolvidable.

Tal como la había levantado, la devolvió a su asiento, se recompuso, la miró sonriente y le susurró al oído:
-Por mi, puedes venir a visitarme siempre que quieras, será un placer ceder a la tentación contigo.

Y se levantó, para bajarse en la siguiente parada.

Mar simplemente se acomodó en el asiento y se entregó a los brazos de Morfeo, para seguir en sueños disfrutando de aquella jodida tentación que era él y que la había llevado aquel día, tan lejos de casa.

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