Tuesday 25 May 2010

LA PRIMERA IMPRESIÓN

Alberto tiene un amor. Quien le conoce de siempre lo sabe, quien le conoce poco, simplemente lo sospecha.
Sus manos, acostumbradas por los años a su delicado amor, se mueven sobre el teclado con ligereza pareciendo volar. Sus dedos se mantienen en constante movimiento, intentando seguir la velocidad de sus ojos. A veces se dice a sí mismo que estos teclados modernos no son para él.
El teléfono lleva un rato sonando, pero él no es persona de tener prisas, le gusta hacer las cosas bien y se toma su tiempo. No es una costumbre, es tan sólo su forma de ser. Al otro lado suena una voz que le dice con alegría:

- ¡Baja ya de una vez macho! ¡Ya está! ¡Ya verás qué preciosidad, te va a encantar!
Mientras baja se siente orgulloso, ¡es "papá" de nuevo!

Al entrar le entregan cuidadosamente "la criatura", depositándola en sus manos. No importa el tiempo que haga desde la última vez, ni siquiera importa que nuevamente su corazón feliz dibuje una sonrisa de satisfacción en su rostro. El sentimiento se repite siempre. Da el visto bueno y el trabajo sigue adelante.

Su niña se cuela en su pensamiento, ahora ya no es como antes, los años pasaron trayendo y llevando a Alberto de puesto en puesto, pero ella sigue siendo la más importante. Es por eso que de vez en cuando vuelve a tocarla con aquella pasión, aunque la respuesta de ella no sea la misma, aunque ya no la escuche como hacía antaño. El olor, el tacto, el sonido y el placer de verla en acción, son sensaciones que permanecerán con él por siempre. Por eso le gusta cuidarla, mimarla y dedicarle un ratito cuando puede.

Pasa poco tiempo absorto en sus pensamientos, recuerda que aún queda trabajo por hacer, otras criaturas han de seguir el mismo proceso, ese que él disfruta con la misma ilusión aunque cambien las formas, aunque mejoren las técnicas, porque el principio y el fin siguen siendo iguales.

Sube a la oficina de nuevo con un café calentito en una mano y su nuevo hijo en la otra. Lo coloca en su librería particular, esa que acoge los primeros ejemplares de las primeras ediciones y vuelve con precisión a corregir los textos mientras se siente privilegiado.

No en vano tiene la suerte de leer los escritos que edita su empresa antes incluso de que tomen forma. Cuando pocas personas han podido disfrutar de leer los sueños, pensamientos, ideas, fantasías o reflexiones del autor, que encontró la manera de plasmarlos en palabras. Palabras que ellos transforman en libros.

Contento se dice que hoy subirá a visitar a su dulce niña en el museo, aquella que un día le dio un oficio. La empresa la cambió, dejó de usarse y pasó a ser una pieza de museo, pero él nunca dejó su linotipia del todo. En su corazón perdura aquella primera impresión. Recuerda perfectamente lo que experimentó cuando se la presentaron siendo él tan solo un chaval, fue tan especial, que ese sentimiento le ha acompañado siempre.
Podrá ser una locura, pero seguramente fue amor a primera tecla.

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