Friday 14 May 2010

LA MAGIA DE LA ONDINA

La Ondina mira silenciosa su reflejo en el lago. La luna llena se baña en sus
aguas acompañada de cientos de estrellas que conviven con ella en el firmamento.
Se lamenta de su soledad mientras peina su larga melena verdosa colocando algunos mechones tras sus puntiagudas orejas y cuidadosamente se hace una trenza atándola con un puñado de flores que reparte por su pelo. De todas las Ninfas ella es afortunada pues tiene la capacidad de respirar aíre o agua y se mueve sin problemas por ambos elementos.
Ahora no le apetece bajar al fondo del lago donde reposan los restos de los seres que de ella se prendaron. Nada le divierte más que extraviar a los viajeros en complicidad de la bruma y atraerlos al lago donde, ayudada de las corrientes que para ese fin crea, los hunde. Son tantas y tantas las veces que sus travesuras la hicieron feliz que hasta ha perdido la cuenta. Unas veces transformada en una hermosa doncella en apuros, otras veces en un indefenso animal, pero al final todos terminan cayendo en su trampa. Permanecen después eternamente a su lado en las profundidades de su hogar.
Escucha ruidos a lo lejos y se sumerge en el lago, ha decidido esperar pacientemente a que el viajero llegue a refrescarse en sus aguas y poder observarle. Hoy está perezosa y esto le dará tiempo para decidir qué hacer.
El viajero se acerca al agua y se sienta sobre una piedra. Agotado suspira y en silencio alcanza su mochila para comer parte de las provisiones que aún le quedan. En realidad alimenta su cuerpo por pura necesidad porque su alma la alimentan esos momentos de soledad en que puede disfrutar de las maravillas de la naturaleza sin nadie que le moleste. Qué inmensa grandeza y qué poco somos nosotros comparados con ella, piensa mientras se acerca al lago y cuidadosamente y con delicadeza, como temiendo romper la quietud de las aguas, levanta con las palmas de sus manos un poquito del cristalino líquido para refrescar su cara.
La Ondina experimenta el acercamiento del viajero y la intromisión de sus manos en su hogar como una suave caricia y se queda observándolo.
El viajero mira las aguas, se siente atraído por ellas. Ve unos ojos azules profundos que le devuelven su mirada. Mueve la cabeza, debe estar cansado, asevera, se le hace imposible lo que acaba de ver. Perdido en sus pensamientos escucha pasos acercarse y extrañado mira fijamente al lugar del que proceden, para incrédulo descubrir frente a sí una hermosa dama que se acerca a él. Ella le mira y él reconoce la mirada que acababa de atrapar su corazón en el reflejo del lago en los ojos de la recién llegada. La dama sonríe y el viajero se rinde ante la magia de la sonrisa.
La dulce Ondina acaba de enamorarse y ni siquiera es consciente de ello. Ya no hay marcha atrás, no volverá a su hogar en las profundidades del lago.
Es el secreto del destino de las Ondinas, sólo cuando se enamoran de verdad obtienen el alma, es cierto que junto al amor descubrirá el dolor y el sufrimiento, pero ni eso le quitará la alegría. Porque nadie dijo que el sendero del amor fuera un camino de rosas pero es un camino que merece la pena ser andado al lado de la persona amada.

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